1.Jaimito escribe una carta a los Reyes Magos:
"¡Queridos Reyes Magos! Este año quiero un coche teledirigido.... ¡No, no, esto no vale!" Rompe la carta y empieza otra.
"¡Queridos Reyes Magos! Este año he sido muy bueno, y quiero una bicicleta.....¡No,no, esto tampoco vale!" la parte y empieza otra.
"¡Queridos reyes magos! Este año he sido un niño muy, muy bueno y quiero una Playstation y... ¡Que no, que tampoco vale!"
Entonces va a la Iglesia, y coge del Portal de Belén al niño Jesús y comienza una nueva carta: "Queridos Reyes Magos: Tengo al niño Jesús en el bolsillo... A ver lo que haceis.
La maestra lo sorprende y con una mano escondida atrás le pregunta:
"Jaimito, ¿por qué no te atreves a echarme polvos a mí?"
"Pues... porque usted tiene la regla..."
"Hola, Juanito, ¿a qué te dedicas últimamente?"
"Soy el as de las canicas. Cuando juego no hay quien me gane".
"¡Eso está muy bien! ¿Y tú, Luisito?"
"Yo soy el as de los juegos de vídeo. No hay quien me gane".
"¿Y tú, Pepito?"
"Yo también soy un as".
"¿Ah, sí? No me digas que te dedicas a una actividad positiva. Que yo sepa sólo sabes hacer travesuras".
"¡Por eso! Mire usted, todos los días saliendo de la escuela me voy a casa, me subo a la azotea y les lanzo piedras a todos que pasan por la calle".
"¡Eso es terrible! Pero ¿por qué dices que eres un as?"
"Porque desde abajo, todos los que apedreo me gritan: ¡Has de bajar, malcriado!"
"Pepito, ve a la tienda y tráeme más estambre".
Llega Pepito a la tienda y le pregunta al dueño:
"Señor, ¿tiene bolas de estambre?"
"¡¿Qué me parezco a Winnie Pooh?!", responde mosqueado el tipo.
“Jaimito, ¿así que tenemos 2 tibias en la misma pierna?”
“No, maestra, lo que pasa es que como no sé cuál es la tibia y cuál el peroné; así solo tendré una mal y no dos".
"Papá, ¿cuándo me vas a llevar al zoológico?"
"Pronto, hijo, pronto", le respondía con cierta apatía el padre.
A Jaimito no le quedó más remedio que acusarlo con la mamá. Ésta se dirigió al padre:
"Tienes que llevar a Jaimito al zoológico, recuerda el trabajo que tiene que entregar para fin de año. Al tipo no le queda más remedio que llevarlo. Un mes después, la maestra le pregunta a Jaimito en referencia al trabajo del zoológico:
"Jaimito, no entiendo esta frase en tu trabajo: Entonces mi papá se puso muy contento cuando uno de los animales del zoológico ganó y pagó 30 a 1".
Jaimito va y entonces confiesa a todos que no había hecho nada, pero dice que preparo un acto de magia y la maestra acepta.
"Maestra, tráigame una carpeta y siéntese usted en ella", dice jaimito.
"Bueno", responde la maestra.
"Ya, cierre los ojos y ponga las manos debajo de la crapeta igual que yo", ordena Jaimito.
"Ya, está bien", dice la maestra.
"Ok, tómeme un dedito", dice jaimito.
"Ya."
Entonces Jaimito levanta las dos manos y exclama:
"¡Magia!"
Al día siguiente, a la hora del recreo, en medio del patio, se baja los pantalones y empieza a orinar cantando: "Lindo pescadito..."
La maestra, cansada de este acto, manda llamar a su papá:
"Señor, me da mucha pena molestarlo, pero Pepito siempre se baja los pantalones y comienza a orinar cantando: "Lindo pescadito..."
El papá, riéndose, responde:
¡Ay, señorita, eso no es nada! Mire esto: "Tiburón, tiburón..."
Ese mismo día fue donde el Rey y le preguntó:
"¡Rey! ¿Usted se quiere casar conmigo?"
A lo que el Rey respondió: "No."
Inmediatamente ¡plum! dos pulgaditas. Al otro día fue donde el mismo Rey y le preguntó:
"¡Rey! ¿Usted se quiere casar conmigo?"
"No."
¡Plum! dos pulgaditas adicionales. Al otro día fue donde el mismo Rey y le preguntó:
"¡Rey! ¿Usted se quiere casar conmigo?"
"No."
¡Plum! dos pulgaditas adicionales. Al otro día se levanta la señora y dice:
"Bueno, quiero dos pulgaditas adicionales."
Así que va donde el mismo Rey y le repite su pregunta. El Rey responde:
"¡Mire, carajo! ¡No, no, no y mil veces NO!"
"Niños, el que saque 10 de calificación en el examen de mañana se gana una cena en mi casa".
Llegan al otro día, presentan el examen y resulta que el único que saca 10 es Pepito.
"Pepito te espero a cenar a las 9 PM en mi casa", le dice la maestra.
Llega, cenan platican un rato y de repente se pone caliente la cosa, por lo que Pepito se empieza a tirar a la maestra. En eso tocan la puerta y la maestra pregunta:
"¿Quién es? Soy yo tu marido, que acaba de llegar de Guadalajara".
La maestra toda nerviosa le dice a Pepito: "Rápido, escóndete".
Pepito va y se esconde dentro de una consola vieja; pero a la hora de esconderse se le queda un testículo de fuera.
Entra el esposo de la maestra y le dice: "Vengo algo cansado, prepárame algo de cenar. Voy a escuchar un poco de música".
Se acerca a la consola y la enciende, le agarra el huevo a Pepito y lo gira. Pepito al sentir que le apretaban y giraban el huevo dice: "92.5, prende tu radio".
"No me gusta, mejor otra", dice el esposo. Y lo vuelve a girar. Pepito al volver a sentir tremendo dolor en el huevo, dice: 98.7, vox FM. Y así sucede con 5 estaciones de radio más. Hasta que en la sexta Pepito ya no aguanta el pinche dolor y dice:
"Radio capullo, ¡una vuelta más y mi huevo será tuyo!"
"Mafalda, yo sé un montón de mujeres, he leído mucho y todo..."
Mafalda lo piensa un instante y decide levantarse el vestido y mostrarle la bombachita con sanbre, a lo que Felipito exclamó:
"¡Ay, Mafalda... te cortaron las bolas!"
"¿Señor, he muerto acaso?"
"No, hija, vuelve a la tierra que te quedan treinta años más de vida".
La mujer despierta y piensa que aprovechando que ya estaba en un hospital, tenía dinero y muchos años por delante decide hacerse todo tipo de cirugías estéticas: lipoescultura, tratamiento de varices, se quita las manchas y las estrías con láser, se estira la cara, se opera senos, piernas, glúteos y todo lo demás hasta verse con al menos veinte años menos. Al salir del hospital, luciendo más joven, la atropella una ambulancia y ahora si que se muere. Cuando se vuelve a encontrar con Dios le reclama:
"¿Qué pasó? ¿No dijiste que viviría treinta años más?"
"¡Sí, pero, te juro que no te reconocí!"
"¿Oye qué haces aquí pues tu eres una piña y la fiesta es de puras fresas, quién te invitó?"
Y contesta:
"¡Ay, fresa estúpida, que no ves que soy una Piña Colada!"
Un día que estaba bañándose le dieron unas ganas enormes de fumar y salió a comprar cigarrillos tal como Dios lo trajo al mundo. Cuando regresaba, vio que tres religiosas iban por su camino, así que lo único que se le ocurrió fue ponerse como si fuera máquina expendedora de cigarrillos. Las monjas llegan y comentan:
"Mira, hermana, que máquina más original de cigarrillos; voy a sacar uno".
Así que le aprieta el miembro y ¡pum! salen sus cigarrillos. Va la segunda, aprieta y nuevamente cigarrillos; la tercera aprieta y aprieta y nada. Cuando ya se estaba dando por vencida y creía que la máquina estaba dañada comenta:
"Vieron, a mí no me entregó cigarrillos, pero si me salió crema para la cara".
Manejó fuera de la ciudad hasta un sitio en el campo con muchas granjas de ovejas. Vio a un granjero al lado del camino, detuvo su auto y dijo, "Si le digo exactamente cuántas ovejas hay en su rebaño, ¿me daría una?"
"Sí, si puede decirme eso, claro que le regalo una oveja".
"Ella dijo de inmediato: "131".
"¡Exacto! Puede tomar su oveja".
La rubia fue y tomó su oveja.
Entonces el granjero dijo, "Si puedo decirle de qué color es realmente su cabello ¿me regresaría mi oveja?"
"Sí".
"Rubio. Ahora regréseme mi perro".
Ella responde, "¿Cómo me llamaste?"
"Ya oíste, dije: culo gordo, traeme una cerveza."
La cantinera decide que no va a soportar ese tipo de trato y hace que lo echen del bar.
La noche siguiente el tipo entra al mismo bar y le dice a la misma cantinera, "¡Oye tetitas, traeme una cerveza!"
Entonces ella le dice que no va a soportar ese trato y que será mejor que se comporte o lo echan del bar otra vez.
El tipo dice, "Está bien, ¿podrías por favor servirme una cerveza?"
Más tranquila, la mujer le sirve la cerveza y le pregunta, "¿Realmente piensas que mis senos son pequeños?"
"Sí, pero tengo una solución para ti. Todo lo que tienes que hacer es tomar un rollo de papel higiénico y frotarte con él entre las tetitas."
"¿Y crees que eso funcione?"
"Te funcionó para tu culo gordo, ¿no?"
A la noche siguiente sucede lo mismo y al amanecer del tercer dia la novia le pregunta por qué no ha habido acción y él le responde:
"Lo que pasa es que de pequeño mi mamá me dijo que las mujeres tienen dientes en su cosa y la verdad no quiero que me la muerdan."
La mujer se empieza a reir y le dice que no es cierto y le dice que se agache y que le vea su cosa, y el hombre se la ve.
La mujer le dice, "¿Ves como no tiene dientes?"
Y él le responde, "Es cierto,¡pero que hecha mierda tienes las encías!"
El joven se sienta junto a la hija y se quedan todos muy callados mientras parte el tren. Más tarde en el viaje, pasan por un túnel y quedan en absoluta oscuridad, cuando se oye un beso seguido por un fuerte golpe.
Al salir del túnel, el cadete tiene un ojo totalmente amoratado.
El padre lo ve y piensa: "Seguro que el cadete trató de besar a mi hija, se equivocó, besó al joven de al lado, y éste le propinó tremendo golpe".
La hija lo ve y piensa: "Seguro que el joven de mi lado trató de besarme, se equivocó, besó a mi padre y él se confundió y le pego tremendo golpe al cadete".
El cadete, lastimado pero sin animarse a decir nada, piensa: "Seguro que el joven trató de besar a la chica, y ella se confundió y me golpeó a mí".
El joven sin expresión en el rostro piensa: "En el próximo túnel me vuelvo a besar la mano y le igualo el otro ojo".
"Buenas tardes, ¿en qué puedo servirle?"
"Quiero unos zapatos del número seis".
"Verá, señor, no es por contradecirlo, pero a simple vista puedo ver que su número es al menos siete y medio".
"Eso no importa, yo quiero un número seis, si no, no compro nada".
"Está bien".
El dependiente le trae un número seis; el tipo se los prueba y comenta:
"Perfecto, me los llevo puestos".
Cuando va de salida, el vendedor ve que el tipo va sufriendo porque los zapatos le aprietan. El vendedor, intrigado, se le acerca:
"Señor, disculpe, pero no me puedo quedar con la duda, ¿cómo es que compra sus zapatos así, si se ve que está sufriendo porque no le quedan?"
"Mire, le voy a contar mi historia: mi mujer me engaña con mi mejor amigo; mi hija es una puta; mi hijo es drogadicto y maricón; mi suegra vive con nosotros... ¡El único placer que tengo en la vida es cuando llego a mi casa y me quito estos malditos zapatos!"
"¡Sírvanle a todos, yo pago!", grita el borracho acaparando la atención de todos.
"¡Shhh, estamos en misa!", protesta la gente tratando de oír la misa.
El borrachín siguió acercándose al púlpito gritando de nuevo:
"¡Sírvanle a todos, yo pago!"
"¡Shhh, no ve que estamos en misa! ¡Cállese!"
El beodo sigue avanzando y grita nuevamente:
"¡Qué le sirvan a todos, yo pago!"
Ya enfadado, un sacerdote que estaba en el confesionario lo regaña:
"¡Ya cállese, tenga respeto en la consagración!"
El temulento se le queda viendo fijamente y vuelve a gritar:
"¡A ese que está en el retrete también sírvanle, yo pago!"
No hay comentarios:
Publicar un comentario